Puntos de vista (microrelato)

 Un microrelato narrado desde cuatro perspectivas diferentes.

Primer punto de vista

En la mesa del restaurante, un hombre espera. No es una espera tranquila, no. Sus ojos no dejan de saltar de la mesa a la ventana y luego a la puerta de la cocina. La esposa, que trata de mantener su atención contándole alguna historia, se da cuenta de que no está siendo escuchada y esboza un gesto sombrío. Nota la ansiedad del marido en las manos ligeramente temblorosas y la mirada febril. La puerta de la cocina se abre y una bonita y joven mesera se dirige hacia ellos. El hombre pasa saliva. La esposa lo fulmina con una mirada asesina que a nadie parece importar.
 

Segundo punto de vista

—La vida es dura — piensa el hombre sentado a la mesa del restaurante, mientras la joven y bonita mesera se acerca con el pedido —, pero esta es una de esas pequeñas alegrías a las que no pienso renunciar.
Hace rato dejó de simular que le prestaba atención a los chismorreos de su esposa, mientras su vista ansiosa se dirigía constantemente hacia la puerta de la cocina. Ahora, en estos preciosos segundos durante los cuales la deliciosa visión que imaginaba se materializa ante sus ojos, se esfuerza por ignorar las miradas asesinas de su esposa y se prepara para disfrutar del sublime instante.


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Tercer punto de vista

Contemplo a mi esposo sentado frente a mí. Ahí está, ignorándome por completo, como siempre. Si al menos disimulara un poco esa mirada salvaje mientras la joven mesera se acerca a nuestra mesa! Le falta poco para empezar a babear. Le lanzo rayos con mi mirada, ¡Qué vergüenza! ¿No se da cuenta que las manos le tiemblan? Ojalá que la tierra se lo tragara. ¿Por qué tuve que casarme con este animal?
 

Cuarto punto de vista

Mientras la distancia a la mesa se acorta, el nerviosismo me invade. Es esa forma en que me mira, deseando devorarme a mordiscos, apenas reprimiendo sus instintos más básicos. No importa que tan cubierta esté: me siento totalmente desnuda frente a él y la humedad de mi interior empieza a escapar incontroladamente. No puedo ocultarlo, él puede leerme como a un libro abierto. Ignoro a su esposa, que lo mira con disgusto: sólo existimos él y yo. No soy ingenua, sé que no soy la primera ni seré la última, pero en este instante soy la hamburguesa más feliz del mundo.

 




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